martes, 15 de septiembre de 2009

Prefacio

Prefacio
Los sucesos analizados en los ensayos de este libro se han acelerado durante los últimos seis meses con tal rapidez que aún desconcierta a quienes mucho tiempo atrás los habían anticipado. La llamada crisis del petróleo no es una crisis en el sentido ordinario de este trillado término, sino un hito en la historia del mundo moderno, largo tiempo esperada, se podría decir, que no obstante difícil de aceptar. ¿Reforzará la influencia de los que defienden el “retorno al hogar” o la de los que preconizan la “huida hacia delante”? ¿Nos ayudará a librarnos del gigantismo y de la violencia o nos conducirá más profundamente a esas aberraciones? ¿Vamos a seguir aferrándonos a un estilo de vida que crecientemente vacía al mundo y desvasta a la naturaleza por medio de su excesivo énfasis en las satisfacciones materiales, o vamos a emplear los poderes creativos de la ciencia y la tecnología, bajo control de la sabiduría, en la elaboración de formas de vida que se encuadren dentro de las leyes inalterables del universo y que sean capaces de alentar las más altas aspiraciones de la naturaleza humana? Estas son las preguntas que deberían haber ocupado nuestra atención durante muchas décadas en el pasado y que ahora están planteadas muy claramente, por no decir brutalmente.
Las recientes acciones de los países productores de petróleo han dramatizado la situación, pero de ninguna manera la han creado. Tal como escribía algunos años atrás y repito en el capítulo 8 de este libro: “El interés real a largo plazo para ambos, los países exportadores y los países importadores de petróleo, exige que la “vida útil” del petróleo se prolongue tanto como sea posible. Los primeros necesitan tiempo para desarrollar fuentes alternativas de vida, y los últimos lo necesitan para ajustar sus economías dependientes del petróleo a una situación que ha de surgir dentro de las expectativas de vida de la mayoría de la gente que hoy está viva, cuando el petróleo sea escaso y mucho más caro. El peligro mayor para ambos es la continuación de un rápido crecimiento de la producción y el consumo del petróleo en todo el mundo. Los desarrollos catastróficos en el frente petrolero podrían ser evitados solo si la armonía básica de los intereses a largo plazo de ambos grupos de naciones viniera a ser algo totalmente real y una acción concertada se llevara a cabo para estabilizar y reducir gradualmente el flujo anual de consumo de petróleo.
Hay optimistas que proclaman que “todos los problemas tienen solución”, y que las crisis del mundo moderno no son nada más que problemas de principiantes en el camino hacia una opulenta madurez. Hay pesimistas que hablan de una inevitable catástrofe.
Lo que necesitamos son optimistas que estén totalmente convencidos que la catástrofe es ciertamente inevitable salvo que nos acordemos de nosotros mismos, que recordemos quiénes somos: una gente peculiar destinada a disfrutar de salud, belleza y permanencia; dotada de enormes dones creativos y capaz de desarrollar un sistema económico tal que la “gente” esté en el primer lugar y la provisión de “mercancías” en el segundo. La provisión de mercancías, sin duda, se cuidará entonces de sí misma.
Esto costará mucho trabajo a través de tareas nuevas, experimentales y placenteras.
La gente optimista de la que hablamos, sin embargo, no ha temido nunca el trabajo.

24 de Enero de 1974 E. F. S.



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“Muy poca gente puede contemplar los logros de la energía práctica y de la habilidad técnica sin experimentar alegría, ya que aquellas, desde la última parte del siglo diecisiete, transformaron el rostro de la civilización material, de la cual Inglaterra fue la más audaz –aunque no demasiado escrupulosa- pionera. No obstante, si las ambiciones económicas son buenas sirvientes, resultan malas maestras.
Los hechos más obvios son fácilmente olvidados. Tanto el orden económico existente como los numerosos proyectos propuestos para reconstruirlo se desvanecen por su olvido de este axioma: dado que todos los hombres tienen alma, ningún incremento de su riqueza les ha de compensar por los planes que ofendan el respeto que tienen de sí mismos y disminuyen su libertad. Si no se desea que la industria tenga que paralizarse por las continuas protestas de una naturaleza humana injuriada, una organización económica razonablemente calculada debe permitir la satisfacción de aquellos criterios que no son puramente económicos.”

R.H. Tawney
Religión an the Rise of Capitalism





“En su totalidad, nuestro problema actual se refiere a actitudes e instrumentos. Estamos remodelando la Alhambra con una pala mecánica y estamos orgullosos de nuestro rendimiento. Difícilmente debemos abandonar la pala que, después de todo, tiene muchos aspectos positivos, pero tenemos la necesidad de criterios objetivos más humanos para su correcto uso.”

Aldo Leopold
A sand County Almanac

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